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Friday, April 3, 2009

La Tamalada

¿Alguna vez les conté de cuando vendía tamales? Seguramente no porque acabo de empezar la semana pasada. Pues resulta que acá en la tierra prometida, lo de hoy es el desempleo, pero esto trae consigo un declive en el estilo de vida tan lujoso que acostumbro, y como ya se terminaron los fondos del pasado verano y nadie ah dado un solo centavo al Eddie Ton (a ver ahora quien paga el mariachi eh cabrones), no me ah quedado otra que dedicarme a la venta de tamales.

La idea llego en forma de un milagro. Estaba parado afuera de una iglesia con mi primo Lalo un domingo cualquiera. Le estaba contado de los problemas financieros por lo que atravesaba y para consolarme, me invito un tamal y un rico atolito de chocolate. Yo, desconsolado le contaba mis penas a mi primo, quien trataba de darme ánimos. Entonces, sucedió algo inesperado. Mientras limpiaba mis lágrimas, me percate de una imagen conocida en el almuerzo de mi primo, y justo cuando vi que estaba por soltarle la mordida a su tamal de rajas con queso, se lo arrebate de las manos y sus dietes hicieron un clank. Antes de que me pudiera reclamar, le mostré lo que había visto. Ahí, en la hoja de su tamal, estaba el rostro de Jesús. Ambos lo miramos por un momento y entonces me tire de rodillas al piso y mire al cielo. ‘‘¡Claro, es una señal de Dios, debo vender Tamales!’’

Bueno no, eso nunca paso, ósea, lo de la cara de Cristo. Pero si surgió la idea mientras platicaba con mi primo Lalo. Le estaba contando que por acá en mi pueblo la comida Mexicana es malísima y el sugirió que empezara un negocio de lo mismo. Le dije que era muy estresante hacer de comer todos los días y el contesto que no era necesario abarcar todos los platillos nacionales, solo tamales.

-Imagínate una tamalería en el corazón de Nueva York, es más, una tamalería tipo lounge, donde los altos ejecutivos de Wall Street van en sus ratos libres ah consumir atole en tazas de acrílico y tamales calientitos servidos en platos cuadrados mientras se sientan en cómodos sillones amorfos y utilizan la red inalámbrica, algo así como Starbucks a la Mexicana. Claro, ahora suena como una tontería, pero piénsalo, a los Americanos les fascinan esas cafeterías modernistas, y también les encanta la comida Mexicana.-

Debo confesar que un su momento me pareció un tontería y algo muy lejano, bueno, de hecho todavía se ve lejano, pero ya no parece una tontería. Decidí que mi pequeña empresa tendría un inicio un poco menos extravagante. Pero si, le tome la palabra a mi primo Lalo y ahora, desde la comodidad de mi hogar vendo tamales de viernes a domingo. Es más, los sábados vendo afuera de la iglesia cuando termina mi grupo de oración (luego les cuento esa historia).

Hasta ahora el negocio promete. Mis amistades se han encargado de difundir la noticia entre sus contactos y ahora hasta recibo pedidos por teléfono de clientes que quieren asegurar que alcanzaran tamales días antes de empezar la venta. Ahora solo me falta comprarme uno de esos triciclos que andan por México con un megáfono y el ringtone ese de ‘‘Tamales Oaxaqueños de Oaxaca. Lleve sus ricos y deliciosos tamales Oaxaqueños’’.





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